Cocinas Reales

Cocinas de hoy y de siempre

ESPERANDO LA PRIMAVERA

«El invierno está en mi cabeza… pero la eterna primavera está en mi corazón». Victor Hugo

Esta fría tarde de febrero la intensa lluvia que nos ha acompañado durante las dos ultima semana nos ha dado una pequeña tregua y un tímido sol por fin ha aparecido, eso sí con más presencia que fuerza, iluminando toda mi cocina  y aún a riesgo de que algún aguacero nos cogiera por sorpresa en cualquier repecho del camino, hemos ido a dar un paseo. Si hay algún rasgo que nos defina a todos los que vivimos en el verde norte es nuestra capacidad de dejar todo  a un lado, de priorizar para poder salir a la calle. Si decides dejar tu paseo, playa u otra actividad al aire libre para más tarde, tiene muchas posibilidades de que tus planes se chafen y te tengas quedar en casa. La máxima es la siguiente, que no llueve, pues todos fuera. Sea lo que sea que se quede sin hacer, ya lo haremos cuando volvamos. Prioridad a la vitamina D.

Os cuento que he vuelto encantada pues he observado que algunas pequeñas margaritas han aparecido en el verde de los jardines. Esta prematura presencia son

un anuncio de que ya queda menos para la Primavera. Y es cierto, se empieza a notar que los días son más largos y oscurece algo más tarde. Algo que yo agradezco infinitamente. Odio el frío, la humedad y la oscuridad. Adoro el sol, el calor y los largos días de primavera. Y anhelo que llegue el desenfadado verano con sus infinitas posibilidades. Por eso al pasar por la tienda de flores no he podido por menos que  comprar un par de tiestos con unas preciosas prímulas que siempre llegan a finales de invierno y que sin duda me alegrarán todos los días con sus bonitos colores.

Para mí la presencia de las flores me resulta terapéutica, me alegran instantáneamente, me gusta ver como crecen, regarlas, quitarles las hojas secas…  Las adoro y me recompensan sobradamente. Un poco de agua, abono y algo de dedicación obran maravillas con ellas y ellas hacen lo mismo con mi ánimo. Es una pasión que con los años ha ido in crescendo y que yo os recomiendo encarecidamente.

No concibo mi día a día sin las plantas o flores. Son para mí un estilo de vida, una forma de vivir. Y yo sigo aquí, contando los días para que llegue «mi» maravillosa primavera, con la que mi cocina se ilumina todo el día, sin necesidad de luz artificial. Cuando el sol comienza a estar más alto y mis «no me olvides» salen tímidamente al igual que mis margaritas, clavelinas y que me proveen tan generosamente de flores para mis vasos, tarros, latas o botellas, que se convierten en improvisados jarrones que alegran mi cocina. Y en ramos de flores que regalo de vez en cuando si la ocasión lo requiere.

No cabe duda que el tiempo influye en nuestra existencia, y eso se nota en nuestra comida diaria, las sopas, los potajes y los guisos son para el largo y frío invierno. Reconfortan el cuerpo y el espíritu. Me gusta cuando en verano el sol resplandece  fuera, mis hortensias despiertan por fin de su largo letargo y lucen esplendidas a lo largo de toda las estación. El verano es tiempo de  salmorejo, gazpacho fresquito y ensaladas, es decir de comidas ligeras. Cuando llega el  otoño con sus tonos ocres y marrones plasmados en el  paisaje y en las hojas de los arboles que el viento arremolina en un rincón, llegan también a  nuestra mesa los guisos de verduras, arroces  y platos de pasta para los estudiantes que retornan a su clases.

«El otoño es la estación más dulce, y las flores que perdemos las ganamos en frutos». Samuel Butler.

Aquí en nuestro norte he de reconocer que el otoño suele ser generoso y no llega abruptamente si no que delicadamente nos roba poco a poco un poco de luz y de calor todos los días y de repente casi sin darnos cuenta nos plantamos cara a cara con el invierno.

Si no tuviéramos invierno, la primavera no nos resultaría tan hermosa; si no tuviéramos tiempos de desasosiego, la prosperidad  no nos resultaría tan bienvenida.» Anne Bradstreeet

«La ciencia nunca ha funcionado como un agente tranquilizante tan eficaz como un soleado día de primavera.»

Deseo que llegue «mi» maravillosa primavera, con la que mi cocina se ilumina todo el día, sin necesidad de luz artificial. Cuando el sol comienza a estar más alto y mis lirios salen de su largo letargo invernal entiendo que ha llegado por fín. No guardo luto por el invierno que marchó, sé que retornará, debe hacerlo, pero ahora es tiempo flores, de frutos rojos, de salir a la calle…en definitiva se resurgir.

«El verano que huye es como un amigo que parte.»Victor Hugo                       ¿Cómo no voy a sentirme identificada con esta frase de Victor Hugo, cuando veo que  el verano llega a su fin, las tardes se acortan y la noche se apresura a llegar  y yo no puedo evitar sentir cierta congoja. Pero antes de que se vaya definitivamente apuro sus días y me despido de él con cierta melancolía. En el crudo invierno ya habrá días para la añoranza.

Afortunadamente vivimos en una época donde podemos sacar fotos con suma facilidad y a lo largo de este post os he dejado algunas para recordar la dulzura o belleza de las estaciones, pues estoy segura de que tod@s tenemos una que nos gusta más que las otras. En mi caso es obvio que es el verano y aquí en el norte es tan, tan corto.

Queridos amigos aprovechemos lo que las estaciones nos ofrecen pues «la gente no se da cuenta si es invierno o verano cuando están felices.»  Anton Chekhov. Seamos felices entonces.

¡Hasta pronto!