07 diciembre, 2018 / 2 Comentarios LA COCINA DE ERASMUS DE AIDA Por Jone Las cocinas de mis amigas «De mis disparates de juventud lo que más pena me da no es el haberlas cometido, si no el no poder volver a cometerlas». Pierre Benoit Este post que ahora comienza pretende ser una oda a la «juventud», a esa juventud que ahora visto con la perspectiva que dan los años me parece tan maravillosa como efímera. A esa juventud que rara vez entiende de males y mucho menos perpetuos. La juventud no se intimida fácilmente, normal tiene todo el tiempo por delante. Y al hilo de esto quiero rendir tributo a tod@s los jóvenes, que se esfuerzan con sus carreras, independientemente de la que hayan elegido. Conozco de primera mano el esfuerzo y el tiempo dedicado para sacar adelante todo lo que conlleva. Las épocas previas a los exámenes cuatrimestrales, los estudiantes se transforman en seres casi fantasmagóricos, que se encierran en sus habitaciones, no ven la luz del sol más que a través de la ventana de sus cuarto y no pisan la calle durante días y días, duermen poco y sus rostros reflejan el cansancio con unas ojeras más que evidentes. Malo sea que se les atraviese una asignatura, no lo quiera Dios. En mi casa con uno de mis hijos las reservas de chocolate bajan clamorosamente, el cerebro le pide a gritos azúcar. Confieso que durante esta época siento por ellos una ternura especial. Mis gustos, sean del tipo que sean, raramente coinciden, es más, están en las antípodas de los suyos. Por ejemplo, a mí su música, en la mayoría de las ocasiones, me parece terriblemente monótona y machacona. Pero ¿no es lo mismo lo que les ocurría a mis padres con la mía?. ¡Ah!Adorada Tina Turner, tiempos de Phil Collins, Guns N Roses, Queen… Nuestros jóvenes se mueven en otros parámetros diferentes a los que nos movíamos nosotros. Absolutamente normal, sería extraño lo contrario. Es una ley natural. Cuando nosotros éramos tan jóvenes, como ellos lo son ahora, teníamos otras circunstancias y mis padres cuando fueron jóvenes otras y así desde el principio de los tiempos. Ellos son el futuro, aunque sinceramente creo que no son muy conscientes de ello tal y como no lo éramos nosotros. Nada nuevo bajo el sol. «Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida y les faltan el respeto a sus maestros» ¿Sabéis quién dijo esta frase? pues pensareis que cualquiera de la actualidad, ¡Pues no! la dijo Sócrates. Permitidme que disienta. No me gustan las generalidades. Puede que existan jóvenes así, pero la mayoría son educados, generosos, empáticos y altruistas. Y esta de Ortega y Gasset me parece proverbial «La juventud necesita creerse a priori, superior, claro está que se equivoca, pero este es precisamente el gran derecho de la juventud». ¡Bendita ella!. Y me siento absolutamente identificada con esta de Joseph Conrad «Recuerdo mi juventud y aquel sentimiento que nunca más volverá. El sentimiento de que yo podría durar más que todo, más que el mar, más que la tierra, más que todos los hombres». En el post de agosto «Marmita a todo color», la felicidad, era palpable. Su alegría era absolutamente contagiosa. Verlos disfrutar es maravilloso, te hace creer que la felicidad existe. Es verano y viven despreocupados, sin demasiadas responsabilidades, quien pudiera.. Ell@s con su frescura y el vigor, propios de la juventud, desafían al tiempo y de momento salen airosos. Hay personas, pocas, pero existen, a las que parece que les incomodan los jóvenes, esto bien podría ser un poco de envidia ?. A mí en cambio me resultan la mayor parte del tiempo divertidos. Me gusta oír lo que tienen que decir. Aunque a veces su sinceridad sea un poco brusca, que le vamos hacer, impetuosidad y juventud vienen de la mano. Me gusta verlos cuando están en grupo, con su incesante cháchara, absolutamente distendidos, relajados y en su mundo. Mundo que nos está vetado, pero no por ellos, lo ha hecho el paso del tiempo,«nosotros los de entonces, ya no somos los mismos» (Pablo Neruda) que lenta pero inexorablemente transcurre. No soy tan estulta y tan desmemoriada como para no entenderles. No soy tan mayor como para no acordarme. A mí encanta la gente joven, sus risas, su entusiasmo por todo. Me gustan hasta cuando se horrorizan con nuestras «anticuadas» formas de ver la vida. Los jovenes son generalmente caoticos y pasionales. En la mayoría de la ocasiones vehementes con sus ideas. Esa despreocupación de la que gozan en aspectos de la vida es ignorancia, me refiero a esa ignorancia fruto de los pocos años vividos, de la no experiencia o mejor dicho de la falta de experiencias frustrantes. Afortunados ellos. Mis hijos y sobrinos conforman los jóvenes de la familia, con edades comprendidas entre los 17 y 23 .La Navidad es la época en la que conseguimos reunir a todos los primos. Y con ello nos aseguramos una noche alegre y distendida, amén de otras sensaciones motivadas por su entusiasmo y buen humor. Los adultos les dejamos paso. Ellos hablan y nosotros escuchamos… El bullicio, las risas, las bromas y el jolgorio inundan la estancia. ¿Quién recuerda las penas? Ellos son un bálsamo para ellas, y les doy las gracias por ello. Aida es cronológicamente mi tercera sobrina, estudiante brillante de Derecho. Este primer cuatrimestre del último curso está de Erasmus en Polonia. El anterior año también lo estuvo mi sobrino Mario y mi hijo mayor irá el año que viene. Es un globo de oxígeno para tod@s ello@s. Una gran oportunidad de conocer y vivir por lo tanto otras realidades de otros jóvenes, de otros países, en otro país y en otro idioma. Y ella, como buena sobrina que es, me ha enviado las fotos de la cocina del apartamento donde reside. Cuenta con los electrodomésticos, mobiliario y menaje básicos. La verdad que tenía razón cuando me decía que era anodina y simplona. Es pequeña, diminuta más bien, lo cual no ayuda nada a que los jóvenes que en ella cocinan se relacionen. Las cocinas, independientemente de la decoración y estilo resultan acogedoras por las personas que las habitan, pero en esa estancia y debido a sus reducidas dimensiones dificulta esa preciosa interrelación. Una verdadera lástima, ya que es una casa en la que los 6 habitantes que se alojan ( 5 español@s y un alemán) desayunan, comen y cenan. Como no tienen una sala o salita donde estar, la cocina resulta el lugar de encuentro por antonomasia a pesar del hándicap de la escasez de metros. Aunque a veces «resulta agobiante» y vistas las fotos resulta fácil de imaginar. Vista general de la cocina. A la izquierda se encuentra la mesa plegable. Cuando Aida aterrizó en Polonia iba con la idea preconcebida que cocinar iba a ser un verdadero tostón. Pero para su sorpresa, ha descubierto el lado positivo, ameno y relajante de cocinar. Cocina todos los días. Así que no sólo las ensaladas forman parte de su menú sino que cada vez se aventura más y sus platos son más elaborados y diferentes. Me encanta oír eso. También me cuenta de la destreza culinaria de sus compañeros, que es variada y variopinta. Cuando acabe el cuatrimestre, regresará de su Erasmus, pero lo hará con una «mochila» cargada de sensaciones, vivencias, amistades, y experiencias nuevas (entre ellas la de la cocina) que la acompañarán durante toda su vida y que aunque ahora no sea del todo consciente de lo que significa, tiene un largo camino por delante para ir desgranando todo lo visto, vivido y aprendido. Es una de las grandezas que tiene viajar. En el párrafo en el que os citaba una frase del gran Sócrates, nos os decía por decir que los jóvenes son educados, generosos, empáticos y altruistas. Aida es un ejemplo de ello; educada, por no mandarme a la porra con mis demandas, generosa, por sus fotos, tiempo y comentarios, empática, por entender mis inquietudes con este blog y altruista, pues sin ella este post no hubiera sido posible. A continuación os dejo unas fotos de la bella Polonia. Árbol y Belén polacos Fotos gentileza de Aida. Hasta pronto. Besos. juventud