Cocinas Reales

Cocinas de hoy y de siempre

LA INVASION DE LOS FLAMENCOS ROSAS

Desde hace ya unos años, los flamencos rosas parecen estar por todas partes, pues te los encuentras en todo tipo de objetos y no solo en los decorativos. A mí estos animalitos me parecen encantadores y reconozco que en mi cocina, quizás, haya un cierto saturamiento de ellos, ya sea en tazas, cuadros, bolígrafos…etc, pero es no puedo evitarlo. Y para que veáis que es cierto, a lo largo del post os dejo una prueba gráfica de ello.

Comienza el desfile;

 

 

Como podéis ver, la consabida batita es de los ya citados flamencos rosas.

 

 

 

 

La tabla de cortar, con su flamenco.

 

Como no podía ser de otra manera, el mantel y la jarrita llevan sus correspondientes flamencos.

Taza                                                                         Cojín

Como veis no exageraba cuando os decía que vivo rodeada, de estos animalitos, que me resultan tan llamativos.  Y no solo en la cocina por cierto.

En el llavero y en la ventanilla, estos dos de peluche son un regalo de mis amigas Emi y Lourdes, que conocen mi predilección por ellos. El print de mi camisa luce lleno de ellos.

Una curiosidad sobre ellos, para l@s que no sabíais porqué son rosas. Pues por su alimentación. Su dieta consiste en la ingesta de crustáceos (langostas, cangrejos, langostinos,  percebes, camarones), algas y plancton y estos contienen un compuesto químico , la cantaxantina, que se descompone en el hígado del flamenco y desde allí se dispersa hasta sus plumas, pico y patas. Interesante.

Un tiempo atrás, en mi perfil rezaba la frase «yo para ser feliz quiero unos Manolos», evidentemente era un mensaje nada subliminal, para navegantes e interesados, que tener unos  Manolo Blahnik era un regalo más que deseado, y tengo que aclarar que no estaba influenciada por Carrie Bradshaw, de sexo en Nueva York, pues en esa época mis hijos eran muy pequeño y me conformaba con una ducha diaria y el  sumum era ponerme crema en el pelo. No recordaba lo que era dormir 6 horas seguidas. Un tiempo  en el que nuestro bolso era inmenso y siempre atestado con los pañales, el agua, los potitos, baberos, toallitas,.. (Ay, me empiezo a marear solo de recordarlo) y miles de microbios o virus pululando a nuestro alrededor y el parque infantil era nuestro hábitat natural. En fin que yo y no es por dármelas de nada, conocía al Sr. Blahnik desde mucho antes de ser definitivamente catapultado por esta serie. Unos Reyes Magos después, me regalaron unas «manoletinas» e indignadísima, como no podía ser de otra manera, cambié la frase, por la de «Carpe Diem». Y os preguntareis, este preámbulo-rollo (táchese lo que no proceda) a que viene, pues os lo explico, (no será por falta de retorica por mi parte, como ya habéis podido comprobar). Después de unos años y muchas experiencias, unas cuantas idas y venidas a el hospital, no solo yo, sino de amig@s y familiares, tengo otra perspectiva de la vida. Puedo aseguraros  que no soy una persona excesivamente materialista y nada superficial, y me encanta tener pequeños detalles en mi vida cotidiana y en ella la cocina es una parte importante, pues digamos que es mi «oficina» y de ahí  la decoración y objetos de menaje, con mis flamencos rosas favoritos. Ellos me acompañan tiernamente, testigos mudos de mi quehacer diario y estos pequeños detalles me ayudan a darle mi toque absolutamente personal a esta estancia tan querida para mí.. Asi  que «yo para ser feliz quiero un flamenco rosa».

Aquí os dejo las fotos que me han enviado unas amigas, gracias chicas.

Gracias por dedicarme un tiempo en vuestra vida y hasta la vista.